/ Actividades revolucionarias de Kim Jong Un,
Secretario General del PTC
Discurso del estimado compañero Kim Jong Un en la ceremonia inaugural de las fábricas de industria local de distrito Songchon como parte de "política 20×10 para el desarrollo local"
  El estimado compañero Kim Jong Un pronunció el día 20 un discurso en la ceremonia inaugural de las fábricas de industria local del distrito Songchon como parte de la "política 20×10 para el desarrollo local".
 Su texto íntegro sigue:
 Habitantes del distrito Songchon,
 Oficiales y soldados de los regimientos de construcción a distintos niveles que, organizados junto con la "política 20×10 para el desarrollo local" presentada por primera vez en la historia de la construcción estatal, crearon los primeros productos para la patria y el pueblo,
 Miembros de mando de los comités para el impulso de la política a todas las instancias y funcionarios de las ramas afines y de la provincia de Phyong-an del Sur quienes han trabajado infatigablemente durante todo el año con la importante misión de protagonizar la histórica y grandiosa obra de la transformación de las localidades,
 Compañeros:
 Fue en febrero pasado cuando con la detonación que anunciaba el inicio de la revolución histórica para el desarrollo local todos pusimos mano a la obra movidos por un deseo vehemente. La construcción de las obras del primer año, que desde entonces ha sido el foco de la atención del país entero, ha culminado al fin y hoy alardea su aspecto como bienes del distrito Songchon.
 Celebrar esta ceremonia inaugural en el lugar histórico en que proclamamos el comienzo de la revolución decenal de nuestro Partido y con sus primeros frutos al cabo de diez meses es un hecho significativo que patentiza la verdadera intención y la perspectiva de nuestra labor.
 Pensando que ahora podemos entregar fábricas modernas a los lugareños, se me quita un poco el sentimiento de culpabilidad hacia ellos.
 En este lugar significativo extiendo, en nombre del Partido y el Gobierno de la República, mi cordial agradecimiento a los oficiales y soldados de los regimientos de construcción y a todos los demás constructores militares que han remozado el distrito al escribir con orgullo y fervorosa lealtad patriótica la primera página de la historia de desarrollo local de la nueva era.
 Igualmente, agradezco de corazón a los funcionarios de unidades interesadas, trabajadores y voluntarios que con su sincera devoción y alto sentido de responsabilidad contribuyeron a celebrar este acto.
 Compañeros:
 Al comenzar el año siguiente, decenas de fábricas de industria local se inaugurarán simultáneamente en casi veinte ciudades y distritos, como aquí en Songchon.
 Esta realidad alentadora anuncia el término de la tarea del primer año del cumplimiento de la política del desarrollo local de nuestro Partido, enfrascado en estudiar a fondo y materializar la línea revolucionaria de cambiar el ambiente de vida de los habitantes de las localidades.
 Al levantar nuevas cristalizaciones en distintas regiones del país en este año que bien podemos definir como comienzo de la revolución decenal e indicador de su éxito o fracaso, hemos logrado que la gente tenga una clara idea del cambio de las localidades y hemos asegurado un motor que impulse la política del desarrollo local en atención a las ricas y multifacéticas experiencias y de manera más científica y correcta.
 Haber potenciado en gran medida la capacidad de los regimientos de distintos niveles, vanguardia de la revolución de la industria local, y establecido un ordenado sistema estatal de dirección y abastecimiento constituye un importante éxito y garantía de una brillante perspectiva para transformar las localidades a gran escala, de manera tridimensional y en una ofensiva.
 Si bien hemos logrado muchos éxitos en este año, esto no puede ser ninguna razón por la cual nos vanagloriemos o pronunciemos vivas de antemano.
 El actual empeoramiento del conjunto de la industria local no se debe a que antes no hubo políticas y lineamientos sobre el desarrollo local ni a la falta de esfuerzos y fondos a ese fin.
 Entonces, ¿por qué la política de la industria local no se ha implementado a más de sesenta años de efectuada la Conferencia Conjunta de Changsong?
 Me parece imprescindible analizar ese asunto aprovechando el debate sobre el terreno del desarrollo de la industria local en esta reunión de miembros del órgano de dirección del Comité Central del Partido, otros altos cuadros del Partido y Estado y funcionarios involucrados del centro y las localidades, para no repetir el doloroso error que se ha cometido.
 La primera causa está en que el desarrollo de la industria local no ha contado con metas bien definidas, planes de cada etapa, normas exactas y métodos científicos.
 Estamos hablando de una industria desarrollada por primera vez en nuestro país.
 El camino, aunque sea inexplorado y desconocido, debe tener un claro fin y jalón. Sin embargo, en el pasado la política del desarrollo local se implementó de forma esporádica y espontánea.
 En cuanto a las fábricas más elementales y ordinarias de la industria local, se construyeron en cada localidad a su manera y por cuenta propia, sin norma alguna ni objetivo que indicara qué fábricas se iban a construir en cuántas ciudades y distritos en qué nivel y hasta cuándo, lo cual impidió evitar errores como la inclinación a incrementar el número de fábricas e incluso acarreó la anormal consecuencia de que faltaron las fábricas indispensables para la vida de la población local y se levantaron las innecesarias.
 Diríamos que el sistema de trabajo de quienes eludían en lo posible la construcción de fábricas que requerían de grandes esfuerzos y se conformaban con edificar tanta cantidad de fábricas, así como la práctica de valorar solamente el suministro de mercancías a los habitantes, sin tener en consideración qué género de mercancías se producían, repercutieron negativamente en la concepción que la gente tenía de las fábricas y la industria local de aquellos tiempos.
 El prolongado y excesivo desequilibrio, o sea, la coexistencia de las localidades con ciertos éxitos en la industria local como los distritos Usi y Yonthan y de las con un nivel indescriptiblemente deplorable se debe a la falta de normas y principios concretos en la política de la industria local.
 Esta gran diferencia del tamaño y la forma de las fábricas de la industria local y de su proceso de producción, así como el gran desnivel de su funcionamiento correspondiente, terminaron por contravenir el propósito de la política de mejorar en general la vida de los pobladores de todas las regiones.
 Si valoramos con frialdad la antigua política de la industria local, esta dependía inexorablemente de la capacidad y la actitud de los funcionarios de sector y región correspondiente ante la política del Partido y de las potencialidades económicas de las ciudades y distritos.
 A raíz de la Conferencia Conjunta de Changsong la construcción de fábricas de la industria local siguió cobrando auge hasta el punto de que en 1980 su número llegó a casi cuatro mil. Pero, aparte del estado de sus edificios y su nivel técnico, solo unas pocas fábricas eran aptas para desarrollar al máximo las potencialidades de la región y aprovechar eficientemente sus condiciones económicas y geográficas y se podía contar con los dedos el género y la variedad de sus mercancías que realmente demandaba el pueblo.
 En un tiempo aquí en Songchon hubo muchas fábricas de la industria local como las de alimentos, artículos de uso diario, tejidos, materiales de construcción e implementos agrícolas y el laboratorio farmacéutico. Pienso que sus habitantes conocen mejor que nadie de su situación.
 En resumidas cuentas, la industria local, construida durante décadas, no llegó a beneficiar realmente a la población.
 Otra causa radica en que la política de la industria local no se ejecutó enérgicamente como una labor del Partido y el Estado.
 Como tarea colosal y difícil relacionada con la mejora de la vida de los habitantes de todas las localidades y el desarrollo económico de más de 200 ciudades y distritos, el desarrollo de la industria local precisa la gran responsabilidad y papel del Estado.
 Comprende un sinfín de cuestiones que debe tratar el Estado, entre ellas el establecimiento de un ordenado sistema de control e impulso unificados, las inversiones estatales, la ayuda de la industria central, así como la creación de la condición de disponer de los propios fondos en ciudades y distritos y la adecuada redistribución de las bases de materias primas.
 El análisis del desarrollo de la industria local nos enseña que hasta ahora ha sido de hecho de la incumbencia de cada localidad.
 Analicemos solamente la mecanización y automatización de procesos productivos de las fábricas de la industria local presentadas como tareas importantes en la conferencia conjunta y podemos saber que en la mayoría de ellas, salvo algunas priorizadas, utilizaban productos excedentes o equipos desechados de fábricas y empresas del centro y con frecuencia se aferraban a movilizar la mano de obra y los fondos de las localidades con el rótulo del movimiento de masas.
 Es lógico que una industria que se apoye en el excedente de la industria central y en su frágil capacidad económica y tecnológica sea retrógrada y no pueda superar su crónico atraso.
 Aun las fábricas del distrito Changsong, denominado tierra natal de la nueva historia de la industria local y que contó con el apoyo del centro más que las demás localidades, ya no reciben con regularidad las inversiones ni la asistencia técnica y el nivel de sus equipos es tan bajo que con ellos no se puede hablar de ninguna modernización. Entonces, ¿para qué hablar de la situación de otras localidades?
 Presentaron como ejemplo a Changsong, produjeron un documental sobre él con el fin de generalizarlo en todo el país e incluso compusieron una canción sobre su gran transformación. Yo me pregunto, ¿qué beneficio reportaron realmente a los habitantes de las localidades?
 La crítica situación económica del país provocó la bancarrota de las fábricas de la industria local y se hizo claro que su reconstrucción por propia cuenta era imposible. Con todo, las instituciones económicas del gobierno dedicaron tiempo a la palabrería inútil diciendo que modernizaban cada año esas fábricas cuando en realidad levantaron unas pocas ejemplares y se pretextaron de circunstancias y condiciones.
 Para colmo, el órgano central de dirección de la industria local se fusionó con otros y se separó de ellos más de diez veces, lo cual ocasionó el desorden y caos de la dirección y administración estatales de la economía local, la pérdida de muchos edificios y equipos de las fábricas de la industria local en ese curso y la gran disminución de la eficiencia económica.
 De esa manera no se pudo asegurar debidamente la inversión indispensable y la dirección unificada del Estado. Además, los ministerios, los organismos centrales, las fuerzas armadas y las unidades especiales se apoderaron de las áreas y los recursos que favorecían a las ciudades y distritos aumentar sus ingresos y restringieron el espacio de sus actividades económicas. Como consecuencia, la industria local no pudo levantarse por sí sola y los habitantes perdieron hasta el afán de dedicarse a las actividades productivas de carácter creativo.
 Sin una medida drástica que modifique todo ese estado irracional y pernicioso, la industria local nunca podrá levantarse por sí sola. Esta es la conclusión a la que hemos arribado.
 Si la industria local del país ha llegado a tal extremo, se debe fundamentalmente también a la concepción errónea, la actitud no revolucionaria ante el trabajo y la ineptitud de nuestros funcionarios, responsables directos del desarrollo de la industria local.
 En los años de 1960 y 1970 en que la industria local estaba en auge, había productos de consumo muy apreciados por el pueblo como recipientes de vidrio de Nampho, betún Kyongamsan de Sariwon y artículos metálicos de Wonsan, así como mercancías de industria ligera de gran aceptación y que entraron en el mercado mundial. Pero los funcionarios no se movilizaron ideológicamente para hacer valer de continuo su vitalidad y el resultado fue la paulatina pérdida del valor de las fábricas de la industria local que costaron muchos esfuerzos.
 Antes, cuando los funcionarios del sector económico hablaban mucho de la modernización y reconstrucción técnica de las fábricas de la industria ligera, se referían a la industria central y no a la local.
 Debido a la estrecha concepción ideológica y la actitud de miope de aquellos funcionarios para quienes es muy normal que los productos de calidad inferior a la de los del centro llegue a manos de los habitantes de localidades y quienes únicamente tratan de evadir la responsabilidad que se les exigiría por incumplir el plan de producción, anteponiendo la cantidad a la calidad de los productos, numerosas fábricas quedaron de hecho sin dueños auténticos y la industria local se estancó.
 Para colmo, a partir de la década de 1990 las fábricas dejaron de funcionar literalmente, pero los funcionarios, maldiciendo las condiciones y presa del derrotismo, ni siquiera fueron capaces de conservar en su plantilla a los técnicos y obreros calificados, encargados de la industria local.
 Esta, cuyo atributo es el apoyo en los recursos económicos y las condiciones geográficas de las localidades respectivas, puede desempeñar su papel solamente si se adoptan las medidas para desarrollar y aprovechar activamente las potencialidades de la región.
 De ahí que el Líder Kim Il Sung enfatizó en distintas ocasiones la necesidad de elevar el nivel de la vida de la población sacando provecho de las montañas y los mares donde los haya.
 Pero en el pasado en las zonas montañosas se limitaban a recolectar las frutas silvestres y elaborar la bebida con ellas mientras que en las costas no hacían más que abastecer a los lugareños de pescados y plantas marinas.
 En una palabra, realizar de manera pasiva las actividades de producción y el trabajo económico dependiendo del beneficio de la naturaleza y no del bien que uno mismo crea era la realidad de nuestra industria local en los tiempos pasados y el modo de trabajo no revolucionario de los funcionarios.
 Los funcionarios aquí reunidos, antes de hablar de las condiciones objetivas con respecto a la debilidad económica de la industria local que no se sacude del atraso secular, han de encontrar su causa en su propia concepción equivocada de los habitantes de las localidades, endeble espíritu de servicio, estrecha visión e ineptitud.
 Esta es la correcta actitud de nuestros funcionarios que asumen plena responsabilidad de la vida de los pobladores y su activa disposición a mejorarse aprendiendo de las lecciones.
 Los actuales encargados de la industria local no deberán quedar en la historia como incompetentes e irresponsables como sus colegas anteriores.
 Compañeros;
 Aprovechando esta oportunidad, también les voy a explicar por qué la Tesis sobre el problema rural socialista, adoptada en el VIII Pleno del IV Comité Central del Partido celebrado en 1964, no se ha materializado aún, a más de 60 años de publicada.
 En vista de la etapa actual y el futuro de nuestra revolución y construcción socialista, el problema rural ocupa una posición crucial en que se decide su avance o retroceso. Sin resolverlo acertadamente no podemos comprobar la justeza de la causa por la que luchamos desafiando todas las dificultades y la inevitabilidad de su victoria, ni alcanzar la meta como deseamos.
 Ahora estamos en camino a la victoria completa del socialismo y la solución del problema rural es la tarea principal que debemos cumplir en la transición a una etapa superior.
 Desde el punto de vista clasista, la construcción socialista es un proceso en que en toda la sociedad se imprimen los rasgos de la clase obrera y, desde el punto de vista de las relaciones socio-económicas, un proceso de la industrialización de la agricultura, la urbanización del campo y la simplificación de las formas de propiedad.
 Esto muestra que con la solución definitiva del problema rural se cumplirán las tareas de la transición y podremos declarar la victoria del socialismo.
 Países como el nuestro que no han transitado normalmente las etapas de desarrollo social requieren de una transición relativamente larga precisamente por el problema rural. Por tanto, la rapidez con que se resuelve ese problema decide la prontitud con que se pasa el período de transición.
 Por esta razón nuestro Partido planteó la solución definitiva del problema rural como importante tarea estratégica después del triunfo de la revolución socialista, presentó la Tesis rural socialista que sintetiza la orientación, los principios fundamentales y los métodos de su materialización, y se ha empeñado por largo tiempo para llevarla a la práctica.
 Sin embargo, hoy hacemos una evaluación con frialdad y nos percatamos de que el campo nuestro no ha cambiado ni un ápice.
 Es cierto que por sus características socio-económicas y atraso secular, el problema rural constituye una tarea prolongada y difícil que se puede resolver completamente solo mediante una lucha y unos esfuerzos persistentes.
 Lamentablemente, en el transcurso de 60 años desde la publicación de la Tesis no se ha logrado ningún cambio o transformación en ningún renglón del campo y esto es indudablemente un problema grave.
 Hasta la fecha el campo se ha deteriorado, la diferencia entre ciudades y zonas rurales se ha agrandado y los campesinos se han empobrecido.
 Esto es, a todas luces, el paro y el retroceso de la lucha por materializar la tesis rural.
 Por no haber avance alguno en la solución del problema rural y retrocedido la agricultura, algunos tienden a preocuparse por el futuro del campo y no confían en la victoria del socialismo.
 Debemos reflexionar detenidamente por qué un programa como la Tesis rural socialista que no se presentó en ningún otro país, no ha tenido efectos deseados.
 A mi juicio, nuestro campo no mejora por una causa que no difiere esencialmente de la de la extinción de la industria local.
 Desde que se publicó, la Tesis rural influyó decisivamente en la transformación radical de nuestro campo en que predominaban el atraso y la miseria seculares, y en ese curso la agricultura del país alcanzó una etapa superior de desarrollo.
 Pero, desde que la economía enfrentó una gran dificultad y las inversiones en el sector agrario se redujeron al 3 por ciento del presupuesto nacional, el nivel de irrigación, mecanización, aplicación de productos químicos y electrificación de la economía rural se rebajó paulatinamente y el campo se debilitó mucho en lo material y técnico.
 El sistema nacional de irrigación que el Estado perfeccionó en lo fundamental con colosales inversiones de cemento y materiales de acero, se envejeció debido a la falta de la reparación normal. La producción de máquinas agrarias se disminuyó vertiginosamente ocasionando su carencia crónica. La cantidad de abonos químicos suministrados en la década de 2000 se redujo a menos de un tercio en comparación con los años de 1980. Y muchas instalaciones eléctricas en zonas rurales se destruyeron o se perdieron.
 De esta forma, a mediados de los años de 1990 la base material del sector agrario comenzó a debilitarse. En lugar de tomar medidas drásticas para cambiar favorablemente esa situación, continuaron recaudando de las granjas los fondos y las materias que faltaban para la construcción de obras y como resultado el campo se deterioró más e incluso sostienen que no es la industria la que asiste a la agricultura sino viceversa.
 No haber establecido correctas medidas estatales trajo consecuencias en el aspecto del campo.
 En las décadas de 1970 y 1980 cada ciudad y distrito tenían organizada la brigada de la construcción rural, y el centro la dirección general de la construcción de viviendas rurales para intensificar esa construcción a cargo del Estado, pero paulatinamente esta labor se realizó con pasividad por cuenta de ciudades, distritos y granjas. Para colmo, por no haber un correcto diseño y por no poder destinarle a la construcción de una vivienda más de 4 ó 5 toneladas de cemento, se vio obligado a utilizar muchos materiales locales como adobe y listones de madera.
 La labor de acondicionar hospitales y clínicas de las comunas y proveerlos de equipos y utensilios médicos no se realizó de manera unificada como faena estatal, sino fue encomendada a las granjas correspondientes. Por esa razón ahora no podemos encontrar centros sanitarios en perfecto estado ni hay instalaciones de servicio como peluquerías y baños ni centros de divulgación de ciencia y tecnología dignos de mención. Los campesinos poseen conocimientos y cultura atrasadísimos y se ha llegado al extremo de pensar que la labor cultural se efectúa solamente en las ciudades.
 Debido al atraso duradero del campo, el nivel de vida de los campesinos es tan bajo que les es difícil comprar ni una lámpara, se produjeron cambios en su conciencia, se manifestaron con mayor gravedad los fenómenos de que quienes no tuvieran apego al campo se trasladaran a otras áreas y se redujera el número de agrónomos y expertos y el campo en su conjunto perdiera terreno, pero los órganos estatales, las organizaciones partidistas y los funcionarios rurales permanecieron con los brazos cruzados con actitud de miope dedicándose solo a la producción agrícola.
 Cada año hablaron mucho de reforzar el campo y elaboraron un sinnúmero de documentos a ese efecto, pero el órgano central de dirección de la agricultura no cumplió debidamente su función y papel de controlar y dirigir el estudio a largo plazo de la agricultura nacional y su desarrollo técnico. El hecho comprueba que los adornos superficiales e insustanciales que se apartan de la realidad no contribuyen a alcanzar grandes objetivos.
 El programa de la revolución rural en la nueva época esclarece la vía de solucionar definitivamente el problema rural y lograr cuanto antes la victoria completa del socialismo.
 Luego de presentarse el mencionado programa en el IV Pleno del VIII Comité Central del Partido convocado en diciembre de 2021, se obtienen en corto tiempo éxitos significativos al asegurar el ascenso de la agricultura e impulsar como una labor del Estado el desarrollo vertiginoso del campo socialista.
 El mayor éxito es que nuestros agricultores experimentan en su propia carne el cambio del campo y la vitalidad de la política del Partido de reestructurar la producción cerealera y en este proceso confían en que pueden transformar su tierra natal y su agro con sus propias fuerzas.
 El hecho de que en apenas uno o dos años empezara a producir tal cambio de la conciencia deviene una revolución, un éxito que supone un peldaño superior en el cumplimiento del programa de la revolución rural, así como el factor decisivo de la previsión de cambios y mejorías más rápidos.
 No obstante, si analizamos con ecuanimidad la trayectoria que hemos recorrido hasta la fecha, encontramos muchos errores que debemos corregir inmediatamente.
 Tanto para preparar a los agricultores como encargados y protagonistas de la revolución rural como para incrementar la producción agrícola, es importante lograr que los campesinos se entreguen a la agricultura con entusiasmo.
 Sin embargo, en los campos se manifiestan continuamente fenómenos que atentan contra los intereses de los granjeros en oposición a la política del Partido, lo cual enfría su afán de producción.
 No se elimina el fenómeno de restar los dividendos de los campesinos con el pretexto de destinarlos a la construcción de distintas obras y el cumplimiento de las tareas políticas, y muchos agricultores plantean con seriedad sus criterios. En tal circunstancia, ¿cómo podemos transmitirles la idea del Partido y exhortarlos a manifestar el espíritu patriótico?
 Los directivos del sector agrícola y las organizaciones partidistas rurales no deben afirmar con vanidad que transforman la conciencia ideológica de los trabajadores agrícolas sino ser justos en la evaluación de las jornadas laborales y en la distribución para que sepan correctamente que si trabajan bien la tierra el país prospera y pueden llevar una vida acomodada. A las instituciones de justicia y fiscalía les atañe tomar medidas decisivas para eliminar todos los actos ilegales que perjudiquen sus intereses.
 Con el fin de afianzar la base material y técnica de la economía rural y lograr éxitos sustanciales en el desarrollo agrícola, nuestro Partido y el Gobierno impulsan preferentemente las labores de reajustar y activar el sistema de regadío y suministrar a los campos modernas y eficientes máquinas agrícolas, abonos químicos y otros materiales agrícolas, concediéndoles suma importancia, en medio de las circunstancias desfavorables.
 Como parte de ello, numerosas máquinas agrícolas fueron suministradas a las granjas después de que se publicara el programa de revolución rural de la nueva época, pero fue baja la tasa de su utilidad.
 El año pasado, empresas de la industria civil produjeron y enviaron muchas máquinas agrícolas a los campos. Sin embargo, debido a su bajo rendimiento y averías frecuentes no fueron aprovechadas apropiadamente. Sin resolver correctamente este problema, el Estado no podrá ayudar eficientemente al campo, por muy colosales que sean sus inversiones, y estas serán como agua echada en una tinaja con un gran hueco en el fondo.
 A las fábricas de máquinas agrícolas y centros de su investigación les compete desplegar de continuo la enérgica lucha para mejorar la calidad de los productos, desarrollar e introducir activamente las eficientes máquinas agrícolas acorde a la realidad rural de nuestro país y supervisar más estrictamente su calidad, para así enviar a los campos las máquinas agrícolas que realmente ayudan el trabajo de los campesinos y contribuir a la producción agrícola.
 Cambiar la fisonomía del campo y su ambiente es una tarea importante del programa de la revolución rural y para cumplirla ahora se impulsa ampliamente, a escala nacional, la construcción  de viviendas rurales.
 Se levantan sucesivamente nuevas zonas de casas rurales que exhiben con orgullo la civilización rural socialista, se ofrece un ambiente decente a los trabajadores agrícolas y las localidades se transforman nuevamente, lo cual es motivo de gran alegría de los habitantes rurales y de otros del país y los incita a apoyar con entusiasmo la política de la construcción rural de nuestro Partido.
 Pero parcialmente ocurren fenómenos como hacer de manera chapucera la construcción de las viviendas rurales, una labor política importante, dándole a la gente una concepción errónea sobre la política del Partido e impidiendo la materialización del programa de la revolución rural.
 Según me han contado, entre las nuevas casas las hay con un buen aspecto exterior, pero con un tosco acabado del interior, las que exigen la reparación a los nuevos moradores debido a la grosera instalación del sistema eléctrico y de calefacción que no se nota a primera vista, y las con techos por donde se infiltra la lluvia por no observar estrictamente las normas de su construcción.
 Si se generalizan de continuo tales fenómenos, la importante resolución del Partido y el Estado de suministrar cada año diez mil toneladas de cemento a cada una de las ciudades y distritos carecerá de sentido y, además, se pueden presentar graves problemas políticos como dudar de la línea y la política del Partido.
 Los directivos de ciudades y distritos y todos los funcionarios involucrados en la construcción de viviendas rurales harán una minuciosa autoevaluación de sus trabajos y adoptarán medidas drásticas para no volver a incurrir en esos defectos.
 Si no logramos rectificar esas manifestaciones -no importa que sean insignificantes- que aparecen al comienzo de la realización del programa de la revolución rural, este, por muy grandioso que sea, no servirá más que para figurar en el registro de la historia.
 Debemos ser consecuentes en el cumplimiento de la sagrada misión que asumimos ante la época y la revolución dando cada uno de los pasos con responsabilidad y sin equivocación en la magna obra del desarrollo integral.
 En la materialización del ideal de desarrollo integral presentado por el Partido, la política para el desarrollo local y el programa de la revolución rural están relacionados orgánicamente.
 Para resolver los problemas referentes a manifestar de manera sostenida y debidamente la vitalidad de la política para el desarrollo local en la época actual como el abastecimiento suficiente de materias primas a las fábricas de la industria local y el incremento del poder adquisitivo de la población rural, esa política debe ejecutarse junto con el programa de la revolución rural y solo cuando el campo se transforma de modo revolucionario, se puede transformar las localidades.
 No repetiremos la errónea práctica de dedicarnos solamente a la palabrería hueca.
 Las obras que impulsamos en la actualidad son radicalmente diferentes de las de aquellos tiempos en que a uno no le pasaba nada aunque hablara con exageración sobre el cumplimiento de las tareas indicadas en la Conferencia Conjunta de Changsong y la Tesis rural.
 La política para el desarrollo local y el programa de la revolución rural de la nueva época enuncian el proyecto del desarrollo local de nuestro Partido a la altura del periodo de desarrollo integral del socialismo, y las vías revolucionarias, científicas y prácticas de su realización que parten del análisis global de las lecciones del pasado. No llevan nada que sea no transparente, imposible, irreal y no provechoso.
 El Comité Central del Partido organiza y dirige la materialización de la política para el desarrollo local y el programa de la revolución rural, tomándola directamente bajo su control, y el Estado se encarga de todo y asegura con preferencia todas las condiciones, impulsándolo como una labor partidista y estatal.
 Al mismo tiempo, se efectúa a escala nacional la labor destinada a tomar medidas económicas y prácticas de modo que las ciudades y los distritos posean su propia capacidad de asegurar fondos.
 Al cumplir cabal y perfectamente las tareas políticas presentadas por el Partido, con la firme confianza en su política y en nosotros mismos, cosecharemos sin falta resultados certeros y satisfactorios.
 La clave es que cada año debemos presentar incondicionalmente los resultados palpables, sean cuales fueren las condiciones.
 Hacer realidad el ideal con una práctica tesonera y perfecta sin vernos restringidos por las condiciones, es la sublime misión y el estilo de lucha de los revolucionarios que asumimos por propia voluntad la magna y ambiciosa tarea revolucionaria que es el desarrollo integral.
 Compañeros:
 La gran etapa del cambio de 20 ciudades y distritos debe proseguir año tras año sin falta e incondicionalmente.
 Nos corresponde dar pasos más gigantes y firmes concediendo más importancia a las lecciones y la perspectiva que a los éxitos visibles.
 Quisiera aprovechar la ocasión para subrayar algunos asuntos para obtener resultados positivos como definimos en las labores del próximo año para el cumplimiento de la política para el desarrollo local.
 Hace falta impulsar de modo revolucionario la construcción para materializar la citada política.
 Como ya declaramos, para elevar de modo trascendental la eficacia del desarrollo local y asegurarle a toda la población una vida material y cultural que se mejora de manera sostenida, nuestro Partido determinó construir por añadidura, además de las fábricas de la industria local, tres objetos indispensables: el establecimiento de salud pública, el centro cultural multifuncional y la instalación de administración de cereales.
 Actualmente se construyen o reconstruyen los centros docentes en todas las ciudades y distritos del país. Si se levantan también dichos tres objetos, todas las localidades se dotarán de condiciones apropiadas para el desarrollo sostenido y basadas en la moderna civilización y tecnología, ya sin hablar de los cimientos de la industria ligera, y ofrecerán a sus habitantes una vida mejor y, a la larga, se dará un gran avance en la realización del programa del desarrollo integral del Estado con el progreso en la ciencia, la enseñanza y la salud pública como fuerza motriz.
 El subdesarrollo de las localidades y el atraso del campo no se superan por sí solo cuando los habitantes locales lleven una vida confortable en viviendas modernas.
 Es preciso operar cambios en su conciencia mediante la transformación ideológica y la enseñanza de conocimientos.
 El desarrollo de las localidades y la urbanización del campo no implican solamente el aspecto de la estética arquitectónica.
 La modernización y civilización rural a que aspiramos persigue el objetivo fundamental de transformar a las fuerzas rurales en progresistas y según los rasgos de la clase obrera al mismo nivel de los ciudadanos, y lograr cuanto antes los éxitos de la revolución técnica.
 Esto concuerda con la línea de nuestro Partido sobre el afianzamiento de ciudades y distritos y con nuestro ideal de construir un Estado que progresa con la fuerza de las ciencias y tecnología y prospera con la avanzada civilización sobre una sólida base política e ideológica.
 Aunque es muy difícil el trabajo que impulsamos, debemos lanzarnos sin vacilación a la nueva lucha con miras a obtener resultados perfectos en la construcción, primera vía de la materialización de la política para el desarrollo local.
 Lo más importante en la construcción del año siguiente es asegurar cabalmente la calidad de las edificaciones.
 La construcción local que realizamos no debe ser una mera propaganda. Las obras que se levantan deben transformar realmente a todo el país y beneficiar a los habitantes de distintas localidades.
 En este año hemos definido nuevamente el significado de la calidad y la velocidad rectificando los errores que cometimos en unas obras de la construcción al retrasar el proceso general y crear confusiones menospreciando los índices de la calidad y movidos por el afán de emulación y la impaciencia.
 En la construcción la calidad es vital y prevalece sobre la velocidad.
 Nuestro ideal, espíritu de servicio y esfuerzos deben reflejarse en la calidad impecable.
 Tanto para realizar el propósito verdadero de la construcción local como para terminar según el plan y a tiempo las tareas del año es imprescindible concederle prioridad.
 Los regimientos a todos los niveles encargados directamente de la construcción y las unidades afines tomarán como clave de la elevación de la calidad el movimiento masivo de formar un obrero calificado a varios al año, la modernización y la estandarización de los equipos de construcción y la mejora radical en la supervisión de construcción.
 En todos los procesos de la construcción concederán importancia a la profesionalidad, se basarán en la fundamentación científica y obtendrán ganancias reales.
 Las lecciones y experiencias que hemos aprendido en este año en la construcción de las fábricas de la industria local demuestran que el pensamiento y el juicio subjetivos e irreales son agentes principales que impiden nuestro avance.
 Ya en la etapa de preparativos de la construcción promoverán la consulta y la colaboración de arquitectos, especialistas de las ramas correspondientes y funcionarios de las unidades de administración, así como eliminarán los elementos irracionales y presentarán proyectos científicos racionalizados y rentabilizados al máximo.
 Sobre todo, en el sector de diseño deliberarán y elevarán el sentido de responsabilidad hasta terminar de manera eficiente y correcta todos los diseños relacionados con la construcción local del próximo año de modo que estos concuerden totalmente con la utilidad y las características funcionales de los edificios y los equipos y con las normas legales.
 No deben elaborar jamás el programa de la obra y el proceso de montaje de equipos según el planteamiento o la opinión de un individuo, sino consultarlo en colectivo y sobre esta base hacerlos más racionales y acordes con el método de construcción.
 Es preciso empeñarse para producir equipos, materias y materiales de construcción con los recursos nacionales.
 El desarrollo local debe basarse estrictamente en la autosuficiencia y el autosostén y este principio debe materializarse primero en la construcción local.
 Con vistas a empujar la construcción local tal como desean y sin verse restringido por las condiciones objetivas y poner en pleno funcionamiento las fábricas de la industria local es necesario producir y asegurar cueste lo que cueste y por su cuenta los equipos, las materias y los materiales de construcción de calidad.
 Me propongo construir el año próximo una fábrica que cada año analiza los equipos necesarios para las fábricas de la industria local y produce todos ellos.
 Así podremos asegurar la velocidad y calidad en la manufactura de equipos y elevar la proporción de las materias nacionales.
 De esa manera debemos dedicar ingentes esfuerzos para establecer en los sectores relacionados nuevas industrias de gran desarrollo y vitalidad, como la fundación de la industria de especias y colorantes, y preparar con nuestras fuerzas una base segura y firme para el desarrollo de la industria local.
 Además, en las unidades de producción de materiales de construcción se empeñarán en elevar la calidad de productos como materiales de acabado e incrementar sus variedades, asegurando el éxito de la construcción local.
 Es menester mantener el principio de levantar construcciones primero en las zonas atrasadas.
 El propósito original de nuestro Partido respecto a la transformación material y cultural de las localidades es apuntalar ante todo ciudades y distritos ubicados en las recónditas zonas montañosas y con precaria situación económica de los habitantes.
 Desde luego, si trasladamos los terrenos de las obras a las vecindades de ciudades y distritos donde están emplazadas las fuerzas de construcción o las zonas con favorables condiciones, la construcción en sí puede resultar fácil, pero esto no conviene con la política de nuestro Partido.
 La buena comida es ante todo para el hijo malnutrido. De igual forma, hemos de ayudar y beneficiar primero a los habitantes de las zonas que atraviesan dificultades económicas.
 Ante la precaria condición de suministro de materias primas y la desfavorable situación de la gestión, debemos aumentar la ayuda estatal para así construir fábricas modernas de la industria local y establecimientos culturales y sanitarios primero en los parajes más atrasados y áridos del país.
 Hay que impulsar con dinamismo la labor para normalizar el funcionamiento de las fábricas de la industria local recién construidas.
 Como he enfatizado en varias ocasiones, este es un asunto vital que decide el éxito o el fracaso de la política del desarrollo local.
 A partir del próximo año la gran labor revolucionaria a la que nuestro Partido y el pueblo han volcado los esfuerzos demostrará su vitalidad en la realidad con el funcionamiento de dichas fábricas.
 En la actualidad, se implementan a escala nacional las medidas del suministro de materias primas necesarias para esas nuevas fábricas y se trabaja para que los profesores e investigadores del centro y los obreros calificados de fábricas y empresas capitalinas se dirijan a otras ciudades y distritos para la apertura de las fábricas.
 En las ciudades y los distritos deben hacer de manera experimental la producción en las nuevas fábricas, consultar con especialistas los problemas tecnológicos y hallarles soluciones satisfactorias, así como verificar de manera estricta la calidad de productos experimentales y expedirlos cuando satisfagan todos los índices.
 A los comités no permanentes para el impulso y los sectores afines les competen hacer un serio balance del establecimiento de bases de materias primas en las ciudades y distritos y respaldarlo activamente, trazar planes reales de suministro de materias primas a las ciudades y los distritos con poca posibilidad de formarlas, así como anteponer su cumplimiento a la construcción de fábricas de la industria local.
 Normalizar la producción en las nuevas fábricas y cubrir satisfactoriamente las demandas de los habitantes del distrito dependen totalmente del nivel de los altos funcionarios de las ciudades y distritos.
 Conscientes de que las fábricas simbólicas no le sirven al Partido ni al pueblo, los secretarios jefe del Partido en ciudades y distritos cumplirán con responsabilidad las tareas políticas referentes al funcionamiento de las fábricas y lograrán que sean baluartes sólidos y recursos sustanciales para la mejora de la vida del pueblo local desde los primeros días de su funcionamiento.
 Especialmente, teniendo bien presente que si no forman a los talentos, recursos indispensables y estratégicos del desarrollo de la industria local, se presentarán ante el pueblo con las manos vacías, se empeñarán en formar a técnicos medulares y engrosar la fila de obreros calificados.
 Si el distrito Songchon, famosa zona productora de tabaco del país y desde hace mucho tiempo lugar ampliamente conocido por su seda y castañas, pone de relieve sus peculiaridades y potencialidades, explota y aprovecha de forma adecuada sus ventajas del tráfico y los recursos culturales y turísticos como el litoral del río Piryu y la fuente termal de Songchon, se aumentará la posibilidad de obtener fondos necesarios para la gestión de las fábricas de la industria local.
 Es menester que en otras ciudades y distritos también aprovechen al máximo los recursos y las potencialidades económicos propios de sus regiones, dediquen esfuerzos tesoneros para explotarlos y utilizarlos con eficacia, así como extiendan de continuo el espacio de su desarrollo económico.
 Las unidades interesadas tomarán medidas ejecutivas y confiables como el suministro de electricidad y prepararán todas las condiciones para el pleno funcionamiento de las fábricas de la industria local.
 Compañeros:
 En la época actual nuestro Partido se propone lograr que el centro envidie a las localidades, que su progreso represente el avance y el desarrollo de nuestro Estado y que su fisonomía ideal sea el verdadero aspecto del socialismo a nuestro estilo.
 Nuestro Partido seguirá ampliando la política del desarrollo local y el programa de la revolución rural de la nueva era de modo que el pueblo se beneficie de ellos por más de cien años y será aun más valiente en la excelente transformación de cada una de las obras de las localidades.
 Todo el honor y orgullo de nuestro Partido descansan en el eterno bienestar del pueblo.
 Las consignas ¡Servir al Pueblo! y ¡Todo para el mejoramiento de la vida de la población! serán eternas por plasmar la naturaleza y la tarea invariable del Partido del Trabajo de Corea.
 Miembros de mando del Ejército Popular y oficiales y soldados de regimientos de construcción a todos los niveles:
 Estoy convencido de que el próximo año también se grabarán sin falta las orgullosas hazañas de nuestro ejército en otras 20 ciudades y distritos del país.
 Nuestro Partido no los considera como meras fuerzas de la construcción sino como vanguardia que cumple la histórica causa, sin precedentes desde la fundación del Estado, y desea que en este proceso todos ustedes se formen como firmes defensores y representantes de la política del Partido y artífices de la transformación y protectores de la felicidad del pueblo capaces de cumplir perfectamente cualquier tarea que se les encomienda en cualquier momento.
 Les deseo que respondan infaliblemente a la gran confianza de la patria y el pueblo al luchar con valor, en honor de la época y de nuestro ejército, y obtengan sucesivamente nuevos éxitos en la construcción local.
 Los méritos de nuestros heroicos oficiales y soldados serán impresos en todos los lugares de esta tierra y brillarán eternamente como bienestar del pueblo.
 Cuadros dirigentes del Partido y el Gobierno y funcionarios del Partido y de los órganos administrativos y económicos de las localidades:
 La transformación de las localidades es la causa más sagrada y justa y la consagración a esa gran labor revolucionaria nos enorgullece y nos honra infinitamente.
 La historia la apremia y el pueblo la espera.
 Esforcémonos con más valor para anticipar el día en que nuestros amados descendientes y nuestro pueblo lleven una vida culta y rica en sus tierras transformadas y florecientes.
 Les deseo tranquilidad y felicidad a los habitantes del distrito Songchon.