El estimado compañero Kim Jong Un realizó el día 28 una visita a la
Academia de Ciencias de Defensa Nacional y pronunció un discurso.
El texto completo del discurso sigue:
Todos los científicos, técnicos y funcionarios de la Academia de Ciencias de Defensa Nacional de la República Popular Democrática de Corea,
Compañeros:
Complejo de investigación científica que ha asegurado firmemente con el poderío científico-técnico el ascenso ininterrumpido de la nuestra autóctona industria de defensa nacional y que asume la honrosa misión de impulsar con vigor la revolución de esa industria en la era actual, la Academia de Ciencias de Defensa Nacional acoge su sexagésimo aniversario.
Me complace que visite por su significativo aniversario cerrado la matriz integrada por patriotas talentosos que propulsan con la ciencia y tecnología nuestra honrosa industria de defensa nacional que en su crecimiento y fortalecimiento ha asumido como su cualidad intrínseca el carácter revolucionario del Partido del Trabajo de Corea y que me reúna con mis más valiosos compañeros.
Este día de hace exactamente sesenta años fue una fecha significativa en que la línea del Partido de defender con sus propias fuerzas las conquistas de la revolución se asentó sobre un cimiento de la invencibilidad y el punto de partida de una nueva historia que patentiza el grandioso ideal y orgullo de una Corea que se ha propuesto convertirse en una potencia militar.
Aquí comenzó una obra importante y sagrada por unos precursores quienes allanaron el camino de modo que nuestra revolución, que dio sus primeros pasos valiéndose del fusil, pudiera forjar eternamente con sus propios recursos el arma omnipotente de la autodefensa. Aquí han fabricado por más de medio siglo los autóctonos armamentos que potencian al máximo a nuestro heroico ejército.
Desde la primera mitad de la década de 1960, en que inició el desarrollo paralelo de la construcción económica y la defensa nacional como reflejo de la idea del Partido sobre la autodefensa, hasta la fecha, los científicos del sector militar cosecharon un sinfín de éxitos valiosos en la investigación y desarrollo como frutos de la lucubración para cumplir el lineamiento del Partido y las importantes tareas estratégicas y tácticas. Los árboles y las plantas de esta zona científica testimonian su consagración patriótica.
Con motivo del aniversario 60 de la academia extiendo mis calurosas felicitaciones, en nombre del Comité Central del Partido y el Gobierno, a todos sus científicos, técnicos, obreros y funcionarios quienes han hecho gala de su ilimitada fidelidad al Partido y el pueblo y extraordinaria e incesante creatividad y han contribuido con la ciencia y tecnología a reforzar por todos los medios el poderío, la dignidad y el prestigio del Estado.
Igualmente, transmito la profunda reverencia y el sincero agradecimiento del Partido y la patria a las esposas y demás familiares de los científicos entregados de lleno al reforzamiento de la capacidad de defensa nacional, quienes habrán padecido mucho en el apoyo a ellos, compartiendo su amor a la patria.
Compañeros:
Un Estado prestigioso por su independencia se fundamenta en su gran capacidad de autodefensa. El patrimonio de defensa que le permite afrontar con iniciativa cualquier amenaza no se puede concebir sin el equipo de talentos con gran capacidad de innovar y crear constantemente.
Durante más de siete decenios de su historia nuestro Estado ha obtenido victoria tras victoria por contar con una fuerza y capacidad fidedignas que es la industria militar autóctona.
Gracias al destacado papel de los superdotados rojos que se dedican a la ciencia solamente en el regazo del Partido del Trabajo de Corea y fieles que solamente obsequian maravillas a él y la patria, nuestra organización política siempre ha orientado la revolución con plena confianza y se ha investido de elevada autoridad y honor por los triunfos que obtiene a cada paso.
Debe de ser el sentir unánime de todos los ciudadanos rendir el más sincero y profundo tributo a los heroicos aportes de los talentosos científicos y técnicos cuando percibamos con infinito orgullo la gran altura que ha alcanzado el poderío defensivo de la República y el cada vez mayor perfeccionamiento de las armas autóctonas que equipan a nuestro ejército.
La industria de armamentos quedó configurada por la generación precedente de científicos que a inicios de la fundación de la misma reafirmaron su credo patriótico con la consigna La patria vale más que la vida. Bajo la meta de la unidad trazada por los combatientes del sector como ustedes, continuadores de esa noble tradición, y de acuerdo al proyecto del Partido, nuestro Estado ocupa hoy la posición de la potencia militar dotada de la fuerza estratégica.
Para mí todos los científicos de defensa nacional, quienes han sabido materializar infaliblemente la política del Partido con la disposición revolucionaria de obrar el milagro en desafío a lo imposible y con su profesionalidad incomparable y se han dedicado de lleno a la tarea de multiplicar el poderío militar del Estado, son héroes y patriotas más sobresalientes.
Aprovecho esta ocasión para rendir mi profundo tributo a ustedes que han consolidado la base de la combatividad de nuestro ejército que garantiza con las armas la invencibilidad de nuestra República.
Resplandecerán eternamente en los anales de la patria las proezas de los mártires que no vacilaron en dar su elevada inteligencia, constancia, sangre roja y vida preciosa por la causa del glorioso Partido, por nuestro gran Estado y pueblo y por el fortalecimiento de la capacidad de defensa nacional, así como de los científicos, técnicos y funcionarios del sector que han sido el faro de la exploración y el peldaño del gran salto consagrando la vida entera a la investigación perseverante y fatigosa.
Compañeros;
Nuestra revolución de la industria de defensa nacional que ha venido logrando avances vertiginosos con cambios y milagros, enfrenta aún en su avance múltiples tareas apremiantes debido al cada día más inestable estado de seguridad nacional.
El intento del imperialismo estadounidense y sus lacayos de peor calaña de privarnos de la soberanía nacional se vuelve más cruel y frenético con el paso del tiempo.
Últimamente el imperio y sus acólitos han batido el récord en la demostración de su capacidad militar en las cercanías de las fronteras terrestre, marítima y aérea de la República Popular Democrática de Corea.
Los actos de espionaje aéreo que se repiten día a día, la introducción de gran cantidad de equipos estratégicos norteamericanos en la región de la Península Coreana y sus simulacros de guerra indiscriminados adquieren un furor sin parangón tanto en su envergadura y contenido como en el perverso objetivo que persiguen. Con ello el enemigo recrudece la tensión militar y destruye seriamente el equilibrio de las fuerzas en la región.
Sin embargo, intenta desviar la opinión pública con el argumento falaz de que nuestras lógicas medidas de autodefensa frente a sus provocaciones devienen un gran reto a la paz y seguridad mundiales.
Esa tergiversación constituye de por sí la causa raigal del agravamiento de la tensión militar y del peligro de choque en la región y un grave desafío a la paz y seguridad de la región.
En la actualidad nuestro ejército posee una capacidad militar real que hace a EE.UU. dudar de su intervención militar en caso de emergencia en la Península Coreana, así como fuerzas con una capacidad aplastante de eliminar en las primeras operaciones militares las principales fuerzas de ataque, la infraestructura y el sistema de mando del ejército títere de la República de Corea.
Por contar, como capacidad de defensa, con la de ataque destructivo que bien puede amedrentar al enemigo, es de nuestra incumbencia cumplir con responsabilidad la misión de disuadir la guerra, pero el cambio de la situación militar en la región no nos da tiempo de contentarnos con ello.
Nuestro estado de seguridad nos exige reforzar por todos los medios el disuasivo de la guerra y estas tareas de la época se cumplirán de conformidad con el alto sentido de responsabilidad en el conocimiento de la situación, la conciencia política y los esfuerzos tesoneros de los compañeros aquí presentes.
Ayer la Dirección Nacional de Tecnología Aeroespacial de la República Popular Democrática de Corea lanzó otro satélite de reconocimiento tal como prevé el plan de construcción de fuerzas defensivas del Estado.
Si bien el intento fracasó al funcionar el sistema de su propia explosión debido a las anormalidades de su motor en la primera fase, hay algo que debemos precisar antes de hablar de su éxito o fracaso.
Poseer ese satélite constituye para el Estado una prioridad para reforzar el disuasivo con carácter de autodefensa y defender de las amenazas latentes la soberanía y seguridad frente a los graves cambios del estado de seguridad debido a las acciones militares y otras provocaciones de todo género de EE.UU.
Hemos definido como meta prioritaria y aceleramos no la posesión de un satélite de comunicación, de observación meteorológica o de exploración de recursos naturales que por el momento pueden resultar utilitarios e indispensables sino la de un satélite de reconocimiento, lo cual se debe a que constituye la tarea más acuciante que guarda una relación directa con la seguridad de nuestro Estado.
Como solíamos hacer, esta vez también dimos alarma previa en acato a las normas internacionales por la transparencia del lanzamiento y la seguridad de cuantas embarcaciones y aviones navegaban en zona correspondiente y logramos que no perjudicara la seguridad de los países vecinos.
Sin embargo, los títeres de la República de Corea presentaron argucias tildándolo de una provocación y de una exhibición de nuestra gran capacidad y férrea voluntad, efectuaron ejercicios de vuelo y golpe de sus escuadrillas de ataque y nos desafiaron de forma manifiesta con su histérica demostración de la fuerza.
Su atrevida amenaza con armas de guerra al ámbito de nuestra soberanía en que una simple palabra o acto irreflexivos pueden acarrear graves consecuencias, constituye una provocación muy peligrosa e insoslayable y al mismo tiempo una obvia e irritante violación de la soberanía nacional y un imperdonable juego con el fuego.
Debemos ejercer con toda certeza nuestro derecho de autodefensa respondiendo con acciones absolutas, aplastantes y resueltas a los desatinos de los gángsteres militares de la República de Corea que escogieron una demente demostración de la fuerza como reacción insensata al ejercicio de nuestra legítima y justa soberanía.
En más de una ocasión hemos declarado con énfasis que poner en práctica la represalia militar destinada a preservar la soberanía nacional y la integridad territorial es la primerísima misión de las fuerzas armadas de la República, aprobada por la Constitución y otras leyes correspondientes.
Una vez más afirmo que todos los medios militares y movimientos que apuntan nuestra República y hasta la propia concepción agresiva y provocativa que tienen de nuestro Estado constituyen blancos que hemos de eliminar completamente.
La voluntad de la lucha es el primer paso de la guerra.
Debemos perpetuar como predominantes nuestra voluntad y capacidad de guerra para que el enemigo no se atreva a usar sus fuerzas armadas.
Para ello es necesario consolidar sin cesar las fuerzas armadas de la República como superpotentes y absolutas.
Debemos desarrollar en un alto grado la ciencia y la técnica de la defensa nacional y seguir fabricando armas y equipos técnicos de combate sofisticados para mantener el predominio de nuestra potencia militar, así como defender indefectiblemente la soberanía y el bienestar del Estado con ese efecto superior.
La guerra moderna es el enfrentamiento tanto de ideas y voluntades como de ciencias y tecnología. El poderío de la industria de autodefensa equivale al de las ciencias de defensa nacional.
El éxito de la segunda revolución de la industria militar que el Partido dirige con seguridad depende en gran medida del papel de su personal científico-técnico.
Al sector de la investigación de la ciencia militar le corresponde hacer gala del temperamento revolucionario y la creatividad del contingente de talentos ilimitadamente fieles a la dirección del Partido y continuar la historia y la tradición de haber hecho el poderío defensivo del país como el primero del mundo.
La Academia de Ciencias de Defensa Nacional concentrará todas sus fuerzas en anticipar la conquista de las metas principales de investigación y en llevar a niveles más elevados todos los armamentos indispensables para perfeccionar los preparativos de guerra de las fuerzas armadas de la República.
Con la firme posición independiente investigarán y desarrollarán muchos más armamentos de nivel mundial en sus aspectos avanzados y capacidad de combate, y acordes a las condiciones topográficas de nuestro país, la constitución física de nuestros militares, la exigencia de los originales métodos de combate y la modalidad de la guerra moderna.
Conscientes siempre de que el azar y la especulación en el desarrollo de armamentos son precisamente actos opuestos al Partido y que el dogmatismo, la imitación y la propensión a la importación no difieren de los actos contrarrevolucionarios, deben ser cabales y perfectos en plasmar el proyecto y propósito del Partido en todas las tareas que cumplen.
Los funcionarios de la Academia de Ciencias de Defensa Nacional intensificarán ininterrumpidamente la labor científica y técnica y la administrativa, según las exigencias de la política del Partido, colocando por encima de todo la elevación del nivel de los investigadores, promoverán los intercambios científico-técnicos y la informatización, así como seguirán concentrando gran fuerza a modernizar la base material y técnicas de los centros de investigación y garantizar a los científicos y técnicos mejores condiciones de trabajo y vida.
Considerando el establecer firmemente como medio de subsistencia el sistema de dirección única del Comité Central del Partido, las organizaciones partidistas en la academia realizarán con metodología y como ofensiva la labor organizativa y política encaminada a poner en pleno despliegue el entusiasmo patriótico y el colectivismo entre los científicos y técnicos y así activarán la batalla intelectual y la de investigación a fin de materializar la resolución del Partido.
La estrategia quinquenal de desarrollo de la defensa nacional presentada por nuestro Partido es una iniciativa que persigue el máximo rendimiento y el desarrollo vertiginoso.
Ustedes redoblarán los esfuerzos para alcanzar infaliblemente las metas presentadas en la referida estrategia.
Compañeros, aunque no logramos resultados deseados en el último lanzamiento del satélite de reconocimiento, debemos redoblar el coraje, en vez de amilanarnos y cohibirnos ante el fracaso
Con el fracaso aprendemos y crecemos.
Para nuestros científicos y técnicos del sector de defensa nacional que se consagran de lleno por la dignidad del Estado y la existencia del pueblo, el fracaso constituye, en todo caso, la premisa del éxito y jamás el motivo de la frustración y la renuncia.
Insisto una vez más en que tener la capacidad de reconocimiento espacial, necesario para nuestras operaciones, es una lucha irrenunciable e insustituible destinada a defender nuestros derechos soberanos, y una tarea priorizada e indispensable para la soberanía nacional y la defensa propia.
Estoy seguro de que por contar con un colectivo de fidedignos científicos y técnicos del sector de defensa nacional que, imbuidos del fervoroso patriotismo y el espíritu de lucha heroica, siempre realizan con lealtad el propósito estratégico del Comité Central del Partido, nuestra meta de lucha se alcanzará sin falta.
Nuestro avance jamás se detendrá.
Compañeros:
La nueva era nos convoca a dar un nuevo salto en la sagrada empresa del fortalecimiento de la capacidad de defensa nacional.
Les atañe asegurar con firmeza el futuro de la causa revolucionaria del Juche recurriendo a la tecnología de punta como premisa del desarrollo aplastante de las fuerzas militares.
Estoy firmemente convencido de que todos los científicos y funcionarios de la academia, firmemente unidos compartiendo el propósito y la voluntad del Comité Central del Partido, seguirán poniendo de manifiesto el prestigio y el aspecto imponente de la potencia y serán siempre leales a la sagrada responsabilidad y deber que asumen ante la revolución y el pueblo con sus descollantes logros en la investigación y el desarrollo de armamentos con tecnología punta.
Compañeros:
El Comité Central del Partido confía en ustedes y viceversa. Con esta fuerza irresistible de la confianza y la de la unidad monolítica, avancemos hacia una meta más alta para el fortalecimiento de la capacidad de defensa nacional, máxima expresión del patriotismo.
Permítanme volver a felicitar a ustedes por el aniversario de la academia.
El texto completo del discurso sigue:
Todos los científicos, técnicos y funcionarios de la Academia de Ciencias de Defensa Nacional de la República Popular Democrática de Corea,
Compañeros:
Complejo de investigación científica que ha asegurado firmemente con el poderío científico-técnico el ascenso ininterrumpido de la nuestra autóctona industria de defensa nacional y que asume la honrosa misión de impulsar con vigor la revolución de esa industria en la era actual, la Academia de Ciencias de Defensa Nacional acoge su sexagésimo aniversario.
Me complace que visite por su significativo aniversario cerrado la matriz integrada por patriotas talentosos que propulsan con la ciencia y tecnología nuestra honrosa industria de defensa nacional que en su crecimiento y fortalecimiento ha asumido como su cualidad intrínseca el carácter revolucionario del Partido del Trabajo de Corea y que me reúna con mis más valiosos compañeros.
Este día de hace exactamente sesenta años fue una fecha significativa en que la línea del Partido de defender con sus propias fuerzas las conquistas de la revolución se asentó sobre un cimiento de la invencibilidad y el punto de partida de una nueva historia que patentiza el grandioso ideal y orgullo de una Corea que se ha propuesto convertirse en una potencia militar.
Aquí comenzó una obra importante y sagrada por unos precursores quienes allanaron el camino de modo que nuestra revolución, que dio sus primeros pasos valiéndose del fusil, pudiera forjar eternamente con sus propios recursos el arma omnipotente de la autodefensa. Aquí han fabricado por más de medio siglo los autóctonos armamentos que potencian al máximo a nuestro heroico ejército.
Desde la primera mitad de la década de 1960, en que inició el desarrollo paralelo de la construcción económica y la defensa nacional como reflejo de la idea del Partido sobre la autodefensa, hasta la fecha, los científicos del sector militar cosecharon un sinfín de éxitos valiosos en la investigación y desarrollo como frutos de la lucubración para cumplir el lineamiento del Partido y las importantes tareas estratégicas y tácticas. Los árboles y las plantas de esta zona científica testimonian su consagración patriótica.
Con motivo del aniversario 60 de la academia extiendo mis calurosas felicitaciones, en nombre del Comité Central del Partido y el Gobierno, a todos sus científicos, técnicos, obreros y funcionarios quienes han hecho gala de su ilimitada fidelidad al Partido y el pueblo y extraordinaria e incesante creatividad y han contribuido con la ciencia y tecnología a reforzar por todos los medios el poderío, la dignidad y el prestigio del Estado.
Igualmente, transmito la profunda reverencia y el sincero agradecimiento del Partido y la patria a las esposas y demás familiares de los científicos entregados de lleno al reforzamiento de la capacidad de defensa nacional, quienes habrán padecido mucho en el apoyo a ellos, compartiendo su amor a la patria.
Compañeros:
Un Estado prestigioso por su independencia se fundamenta en su gran capacidad de autodefensa. El patrimonio de defensa que le permite afrontar con iniciativa cualquier amenaza no se puede concebir sin el equipo de talentos con gran capacidad de innovar y crear constantemente.
Durante más de siete decenios de su historia nuestro Estado ha obtenido victoria tras victoria por contar con una fuerza y capacidad fidedignas que es la industria militar autóctona.
Gracias al destacado papel de los superdotados rojos que se dedican a la ciencia solamente en el regazo del Partido del Trabajo de Corea y fieles que solamente obsequian maravillas a él y la patria, nuestra organización política siempre ha orientado la revolución con plena confianza y se ha investido de elevada autoridad y honor por los triunfos que obtiene a cada paso.
Debe de ser el sentir unánime de todos los ciudadanos rendir el más sincero y profundo tributo a los heroicos aportes de los talentosos científicos y técnicos cuando percibamos con infinito orgullo la gran altura que ha alcanzado el poderío defensivo de la República y el cada vez mayor perfeccionamiento de las armas autóctonas que equipan a nuestro ejército.
La industria de armamentos quedó configurada por la generación precedente de científicos que a inicios de la fundación de la misma reafirmaron su credo patriótico con la consigna La patria vale más que la vida. Bajo la meta de la unidad trazada por los combatientes del sector como ustedes, continuadores de esa noble tradición, y de acuerdo al proyecto del Partido, nuestro Estado ocupa hoy la posición de la potencia militar dotada de la fuerza estratégica.
Para mí todos los científicos de defensa nacional, quienes han sabido materializar infaliblemente la política del Partido con la disposición revolucionaria de obrar el milagro en desafío a lo imposible y con su profesionalidad incomparable y se han dedicado de lleno a la tarea de multiplicar el poderío militar del Estado, son héroes y patriotas más sobresalientes.
Aprovecho esta ocasión para rendir mi profundo tributo a ustedes que han consolidado la base de la combatividad de nuestro ejército que garantiza con las armas la invencibilidad de nuestra República.
Resplandecerán eternamente en los anales de la patria las proezas de los mártires que no vacilaron en dar su elevada inteligencia, constancia, sangre roja y vida preciosa por la causa del glorioso Partido, por nuestro gran Estado y pueblo y por el fortalecimiento de la capacidad de defensa nacional, así como de los científicos, técnicos y funcionarios del sector que han sido el faro de la exploración y el peldaño del gran salto consagrando la vida entera a la investigación perseverante y fatigosa.
Compañeros;
Nuestra revolución de la industria de defensa nacional que ha venido logrando avances vertiginosos con cambios y milagros, enfrenta aún en su avance múltiples tareas apremiantes debido al cada día más inestable estado de seguridad nacional.
El intento del imperialismo estadounidense y sus lacayos de peor calaña de privarnos de la soberanía nacional se vuelve más cruel y frenético con el paso del tiempo.
Últimamente el imperio y sus acólitos han batido el récord en la demostración de su capacidad militar en las cercanías de las fronteras terrestre, marítima y aérea de la República Popular Democrática de Corea.
Los actos de espionaje aéreo que se repiten día a día, la introducción de gran cantidad de equipos estratégicos norteamericanos en la región de la Península Coreana y sus simulacros de guerra indiscriminados adquieren un furor sin parangón tanto en su envergadura y contenido como en el perverso objetivo que persiguen. Con ello el enemigo recrudece la tensión militar y destruye seriamente el equilibrio de las fuerzas en la región.
Sin embargo, intenta desviar la opinión pública con el argumento falaz de que nuestras lógicas medidas de autodefensa frente a sus provocaciones devienen un gran reto a la paz y seguridad mundiales.
Esa tergiversación constituye de por sí la causa raigal del agravamiento de la tensión militar y del peligro de choque en la región y un grave desafío a la paz y seguridad de la región.
En la actualidad nuestro ejército posee una capacidad militar real que hace a EE.UU. dudar de su intervención militar en caso de emergencia en la Península Coreana, así como fuerzas con una capacidad aplastante de eliminar en las primeras operaciones militares las principales fuerzas de ataque, la infraestructura y el sistema de mando del ejército títere de la República de Corea.
Por contar, como capacidad de defensa, con la de ataque destructivo que bien puede amedrentar al enemigo, es de nuestra incumbencia cumplir con responsabilidad la misión de disuadir la guerra, pero el cambio de la situación militar en la región no nos da tiempo de contentarnos con ello.
Nuestro estado de seguridad nos exige reforzar por todos los medios el disuasivo de la guerra y estas tareas de la época se cumplirán de conformidad con el alto sentido de responsabilidad en el conocimiento de la situación, la conciencia política y los esfuerzos tesoneros de los compañeros aquí presentes.
Ayer la Dirección Nacional de Tecnología Aeroespacial de la República Popular Democrática de Corea lanzó otro satélite de reconocimiento tal como prevé el plan de construcción de fuerzas defensivas del Estado.
Si bien el intento fracasó al funcionar el sistema de su propia explosión debido a las anormalidades de su motor en la primera fase, hay algo que debemos precisar antes de hablar de su éxito o fracaso.
Poseer ese satélite constituye para el Estado una prioridad para reforzar el disuasivo con carácter de autodefensa y defender de las amenazas latentes la soberanía y seguridad frente a los graves cambios del estado de seguridad debido a las acciones militares y otras provocaciones de todo género de EE.UU.
Hemos definido como meta prioritaria y aceleramos no la posesión de un satélite de comunicación, de observación meteorológica o de exploración de recursos naturales que por el momento pueden resultar utilitarios e indispensables sino la de un satélite de reconocimiento, lo cual se debe a que constituye la tarea más acuciante que guarda una relación directa con la seguridad de nuestro Estado.
Como solíamos hacer, esta vez también dimos alarma previa en acato a las normas internacionales por la transparencia del lanzamiento y la seguridad de cuantas embarcaciones y aviones navegaban en zona correspondiente y logramos que no perjudicara la seguridad de los países vecinos.
Sin embargo, los títeres de la República de Corea presentaron argucias tildándolo de una provocación y de una exhibición de nuestra gran capacidad y férrea voluntad, efectuaron ejercicios de vuelo y golpe de sus escuadrillas de ataque y nos desafiaron de forma manifiesta con su histérica demostración de la fuerza.
Su atrevida amenaza con armas de guerra al ámbito de nuestra soberanía en que una simple palabra o acto irreflexivos pueden acarrear graves consecuencias, constituye una provocación muy peligrosa e insoslayable y al mismo tiempo una obvia e irritante violación de la soberanía nacional y un imperdonable juego con el fuego.
Debemos ejercer con toda certeza nuestro derecho de autodefensa respondiendo con acciones absolutas, aplastantes y resueltas a los desatinos de los gángsteres militares de la República de Corea que escogieron una demente demostración de la fuerza como reacción insensata al ejercicio de nuestra legítima y justa soberanía.
En más de una ocasión hemos declarado con énfasis que poner en práctica la represalia militar destinada a preservar la soberanía nacional y la integridad territorial es la primerísima misión de las fuerzas armadas de la República, aprobada por la Constitución y otras leyes correspondientes.
Una vez más afirmo que todos los medios militares y movimientos que apuntan nuestra República y hasta la propia concepción agresiva y provocativa que tienen de nuestro Estado constituyen blancos que hemos de eliminar completamente.
La voluntad de la lucha es el primer paso de la guerra.
Debemos perpetuar como predominantes nuestra voluntad y capacidad de guerra para que el enemigo no se atreva a usar sus fuerzas armadas.
Para ello es necesario consolidar sin cesar las fuerzas armadas de la República como superpotentes y absolutas.
Debemos desarrollar en un alto grado la ciencia y la técnica de la defensa nacional y seguir fabricando armas y equipos técnicos de combate sofisticados para mantener el predominio de nuestra potencia militar, así como defender indefectiblemente la soberanía y el bienestar del Estado con ese efecto superior.
La guerra moderna es el enfrentamiento tanto de ideas y voluntades como de ciencias y tecnología. El poderío de la industria de autodefensa equivale al de las ciencias de defensa nacional.
El éxito de la segunda revolución de la industria militar que el Partido dirige con seguridad depende en gran medida del papel de su personal científico-técnico.
Al sector de la investigación de la ciencia militar le corresponde hacer gala del temperamento revolucionario y la creatividad del contingente de talentos ilimitadamente fieles a la dirección del Partido y continuar la historia y la tradición de haber hecho el poderío defensivo del país como el primero del mundo.
La Academia de Ciencias de Defensa Nacional concentrará todas sus fuerzas en anticipar la conquista de las metas principales de investigación y en llevar a niveles más elevados todos los armamentos indispensables para perfeccionar los preparativos de guerra de las fuerzas armadas de la República.
Con la firme posición independiente investigarán y desarrollarán muchos más armamentos de nivel mundial en sus aspectos avanzados y capacidad de combate, y acordes a las condiciones topográficas de nuestro país, la constitución física de nuestros militares, la exigencia de los originales métodos de combate y la modalidad de la guerra moderna.
Conscientes siempre de que el azar y la especulación en el desarrollo de armamentos son precisamente actos opuestos al Partido y que el dogmatismo, la imitación y la propensión a la importación no difieren de los actos contrarrevolucionarios, deben ser cabales y perfectos en plasmar el proyecto y propósito del Partido en todas las tareas que cumplen.
Los funcionarios de la Academia de Ciencias de Defensa Nacional intensificarán ininterrumpidamente la labor científica y técnica y la administrativa, según las exigencias de la política del Partido, colocando por encima de todo la elevación del nivel de los investigadores, promoverán los intercambios científico-técnicos y la informatización, así como seguirán concentrando gran fuerza a modernizar la base material y técnicas de los centros de investigación y garantizar a los científicos y técnicos mejores condiciones de trabajo y vida.
Considerando el establecer firmemente como medio de subsistencia el sistema de dirección única del Comité Central del Partido, las organizaciones partidistas en la academia realizarán con metodología y como ofensiva la labor organizativa y política encaminada a poner en pleno despliegue el entusiasmo patriótico y el colectivismo entre los científicos y técnicos y así activarán la batalla intelectual y la de investigación a fin de materializar la resolución del Partido.
La estrategia quinquenal de desarrollo de la defensa nacional presentada por nuestro Partido es una iniciativa que persigue el máximo rendimiento y el desarrollo vertiginoso.
Ustedes redoblarán los esfuerzos para alcanzar infaliblemente las metas presentadas en la referida estrategia.
Compañeros, aunque no logramos resultados deseados en el último lanzamiento del satélite de reconocimiento, debemos redoblar el coraje, en vez de amilanarnos y cohibirnos ante el fracaso
Con el fracaso aprendemos y crecemos.
Para nuestros científicos y técnicos del sector de defensa nacional que se consagran de lleno por la dignidad del Estado y la existencia del pueblo, el fracaso constituye, en todo caso, la premisa del éxito y jamás el motivo de la frustración y la renuncia.
Insisto una vez más en que tener la capacidad de reconocimiento espacial, necesario para nuestras operaciones, es una lucha irrenunciable e insustituible destinada a defender nuestros derechos soberanos, y una tarea priorizada e indispensable para la soberanía nacional y la defensa propia.
Estoy seguro de que por contar con un colectivo de fidedignos científicos y técnicos del sector de defensa nacional que, imbuidos del fervoroso patriotismo y el espíritu de lucha heroica, siempre realizan con lealtad el propósito estratégico del Comité Central del Partido, nuestra meta de lucha se alcanzará sin falta.
Nuestro avance jamás se detendrá.
Compañeros:
La nueva era nos convoca a dar un nuevo salto en la sagrada empresa del fortalecimiento de la capacidad de defensa nacional.
Les atañe asegurar con firmeza el futuro de la causa revolucionaria del Juche recurriendo a la tecnología de punta como premisa del desarrollo aplastante de las fuerzas militares.
Estoy firmemente convencido de que todos los científicos y funcionarios de la academia, firmemente unidos compartiendo el propósito y la voluntad del Comité Central del Partido, seguirán poniendo de manifiesto el prestigio y el aspecto imponente de la potencia y serán siempre leales a la sagrada responsabilidad y deber que asumen ante la revolución y el pueblo con sus descollantes logros en la investigación y el desarrollo de armamentos con tecnología punta.
Compañeros:
El Comité Central del Partido confía en ustedes y viceversa. Con esta fuerza irresistible de la confianza y la de la unidad monolítica, avancemos hacia una meta más alta para el fortalecimiento de la capacidad de defensa nacional, máxima expresión del patriotismo.
Permítanme volver a felicitar a ustedes por el aniversario de la academia.